martes, 27 de agosto de 2013

¿Por qué la predicación es un arte?


La predicación es un arte porque traslada el acto de la predicación a niveles fuera y, muy por encima de los estándares comunes en nuestra sociedad cristiana. La predicación se posiciona en el entendido de que el arte es un modo de trascender la existencia para afectar mas allá de lo temporal y espacial de los oyentes.

En el sentido de la predicación como una obra del artista, ésta obedecen a un propósito consciente y yo agregaría, intencional; nunca ningún artista se sienta sin una idea previa de lo que pretende crear, al contrario, puede llevarse semanas haciendo bocetos antes de comenzar a plasmar su obra. He de mencionar, que el proceso ha comenzado desde sus bocetos y culmina, con la forma realizada de lo que imaginó, atravesando por la selección de materiales y técnica a utilizar.

Mergat hace bien en incluir un aspecto en lo que el llama como el de evocar en el espectador un placer estético análogo al del creador. De ahí que el sermón sobrepase los aspectos antes mencionados y sea posicionado en más que una obra de arte. En el arte de la predicación el individuo esta estrechamente involucrado en el acto artístico la cual debe de ser digna de ofrecerla en el nombre de Dios.

Por lo tanto, la predicación responde a un propósito de Dios, no humano. De ahí, que acertadamente se declare que  no predicamos por gusto, sino predicamos por orden de Dios, por vocación. Cada predicador adquiere un propósito enorme a la luz de 1 Cor. 9.16. El artista crea su obra de arte con todos los requisitos mencionados previamente, en cambio, un predicador va mas allá de los aspectos ordinarios pues éste no hace sermones, sino hace cristianos. Lo hace porque lleva el fruto cristiano. ¡Que filosofía tan profunda!


La premisa que todo predicador debiéramos tener en mente es que Dios es el que da el crecimiento como producto de nuestra predicación. De esto se desprende el pensamiento que la Palabra de Dios llega a través de la palabra del hombre con un propósito eterno: la salvación del oyente. Para lograr esto, la predicación, el artista de sermones, debe de ser muy intencional en la elaboración de sus sermones. Después de lo anterior, podemos afirmar sin titubeos que la predicación es más que un arte.

Daniel Medina G.

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